Puede haber varias razones por las que los niños no le sigan. ¿Es tu hijo especialmente testarudo? ¿Es usted siempre constante? ¿Las instrucciones están formuladas con claridad? ¿Cuáles son las consecuencias si el niño no responde?
Su hijo no quiere seguir - posibles razones
Algunos niños hacen lo que se les dice con bastante rapidez y sin refunfuñar, mientras que otros prefieren hacer oídos sordos. Esto último puede ser una fase en la que tu hijo quiera poner a prueba sus límites. El carácter también influye en la disposición a cooperar.
En Educación también desempeña un papel: los niños deben aprender qué consecuencias positivas o negativas tiene un comportamiento. Las instrucciones para hacer o no hacer algo deben ser amables, pero claras y firmes.
Puede que su hijo esté demasiado distraído con su juego u otra cosa interesante para seguir lo que usted dice. En tal caso, puede ser útil llamar su atención. Puede que se sienta abrumado por una frase: las frases cortas y claras son más fáciles de seguir que una retahíla de peticiones sobre lo que debe hacer su hijo. Las frases poco claras también son a veces una de las razones por las que un niño no le sigue.
El tono de voz puede contribuir a que un niño se muestre más o menos cooperativo. Si hablas demasiado bajo, será más fácil que ignore tus palabras. Un rigor excesivo, por el contrario, puede provocar una reacción desafiante.
¿Conoce su hijo las consecuencias de su comportamiento? Si no hay consecuencias desagradables por su ignorancia, puede que no vea ninguna razón para cumplir lo que le pides. Por el contrario, las consecuencias positivas pueden ser un incentivo para obedecer.
Si su hijo ha conseguido salirse con la suya a menudo, seguro que seguirá intentándolo. Si ha expresado una expectativa, debe insistir en que su hijo la cumpla y no ceder. La paciencia vale la pena.
Algunos ejemplos de formulación
Si quieres que tu hijo haga algo concreto, no lo expreses como una pregunta, sino como una petición. No le estás pidiendo que se quite los zapatos o que ordene, sino expresando claramente que esperas que haga exactamente eso.
Evita en lo posible las palabras negativas. Si no quiere que desparramen los bloques de construcción por el salón, dígales que jueguen con ellos en su habitación. De este modo, también le estarás demostrando un comportamiento alternativo.
Las peticiones ocultas también pueden hacer que tu hijo no las obedezca. Si quieres que vacíe la papelera, es importante que lo digas. En cambio, una insinuación de que el cubo está lleno no conduce necesariamente al éxito deseado.
Puedes dividir una serie de peticiones en etapas más pequeñas: Llegas a casa, tu hijo debe Zapatos y Chaqueta desvestirse, lavarse las manos y buscar a papá para comer. Esto puede hacer que se quite los zapatos y la chaqueta y que tu hijo se entretenga después con otra cosa. Sin embargo, si les dejas hacer primero una cosa antes de pedirles que hagan otra, se sentirán menos agobiados.
Cómo tratar a niños especialmente testarudos
Si tu hijo es especialmente testarudo, tienes varias formas de solucionarlo. En primer lugar, puedes intentar hablarle a la altura de los ojos. Para ello, ponte en cuclillas y mírale a los ojos antes de decirle lo que tiene que hacer. Así le prestará la atención que desea y su hijo podrá concentrarse mejor en sus palabras.
Puede ser útil pedirle a su hijo que repita lo que usted quiere que haga. Una petición va seguida de una pregunta sobre lo que quieres que haga. Así te aseguras de que tus palabras han sido recibidas y comprendidas.
Si tu hijo se niega a seguirte, regañarle suele ser tan inútil como hablarle y pedírselo repetidamente. Puedes insistir en tus expectativas señalando las consecuencias. Por ejemplo, si ha cogido un cubo y una pala de otro niño en el patio, debe devolvérselos inmediatamente, de lo contrario se irá a casa.
La consecuencia de la desobediencia queda aún más clara si fijas un plazo: Cuenta hasta tres, ese es el tiempo que tiene tu hijo para devolver los objetos. Si no lo hace, cógele de la mano y volved a casa. La regla 1-2-3 envía una señal: tu hijo dispone de cierto tiempo para decidirse a cumplir tu petición y sabe a qué atenerse en caso contrario. Si la aplicas sistemáticamente a un niño muy testarudo, tras unos cuantos intentos de salirse con la suya, seguro que prefiere obedecer.
Elogios y consecuencias positivas también ayudan. Si tu hijo hace lo que se espera de él, confirma su comportamiento diciéndole que ha hecho un buen trabajo. En el ejemplo anterior, en el patio de recreo, la consecuencia agradable es que se les permite quedarse.
Tu hijo también aprende a través del elogio y la confirmación que recibe atención positiva si es obediente. Si, por el contrario, te vas a casa con él sin decir una palabra, será ignorado y se habrá acabado el juego. Eso no es divertido.
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Conclusión
- Formulación clara
- Dirigirse a la altura de los ojos
- Mostrar consecuencias
- Aplicar la regla 1-2-3
- Confirmar positivamente el comportamiento deseado